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El Séptimo Hijo: Siguiendo la Receta

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Las adaptaciones de libros al cine dominan el mundo. Es un hecho del que simplemente no podemos escapar. Prácticamente cada semana llega a la cartelera una nueva cinta basada en el best seller en turno. La aparición y bombazo que generaron sagas como El Señor de los Anillos y Harry Potter en el universo cinematográfico han desatado una oleada de películas de fantasía, apareciendo intento tras intento de generar una nueva franquicia rentable. Así, tenemos un interminable desfile de contendientes, que van desde productos olvidados como The SeekerThe Dark Is Rising (2007) I Am Number Four (2011) hasta auténticos fracasos, como Eragon( 2006) y John Carter (2012).

El Séptimo Hijo representa el nuevo intento de Universal por forjar una nueva saga. La cinta, (vagamente) basada en The Spook’s Apprentice, primera parte de The Wardstone Chronicles, una serie escrita por Joseph Delaney en 2004, nos muestra (una vez más) una tierra media acechada por una poderosa bruja, y como un joven y su maestro deberán salvar al mundo de su amenaza.

El principal problema con Séptimo Hijo es que el espectador casual ya sabe la historia de memoria. Puede que en 2004, cuando fue escrito el material original, la historia pareciera un tanto fresca. Sin embargo, en pleno 2015, no tiene absolutamente nada nuevo que ofrecer.

Resulta evidente que la incorporación de un cast estelar que incluye grandes nombres como Jeff Bridges y Julianne Moore, así como a Ben Barnes, que regresa con su papel de Príncipe Caspian a un lugar ligeramente diferente a Narnia, fue una decisión tomada para disfrazar el poco contenido que ofrece la película. Las dos grandes estrellas del cartel demuestran que no necesitan esforzarse demasiado para robarse sus escenas, y aunque aparecen con piloto automático, cumplen. El resto del elenco sólo está ahí, sin aportar nada reseñable.

Otro de los fallos mayores recae en una historia que presenta un presenta un planteamiento interesante sobre las implicaciones morales de la cacería de brujas, o lo que significa un asesinato basado en prejuicios hacia una raza específica, pero que tristemente con el pasar de los minutos se va diluyendo, hasta caer en una común y corriente lucha del bien contra el mal.

Todos los aspectos técnicos han sido directamente copiados de la receta genérica. En este sentido, la banda sonora, la fotografía, los efectos especiales y el sonido cumplen su función, creando una visión repetida, pero de calidad aceptable. La cuestión es que lo correcto de estos elementos se opaca por la cantidad de referencias directas o indirectas a sagas similares. El bono, por increíble que parezca, es su uso del 3D como un elemento de la experiencia, y no una simple adición monetaria. Probablemente, uno de sus mayores aciertos.

Con todo lo dicho, el producto final resulta entretenido y agradable a la vista. Séptimo Hijo termina por ser una cinta genérica pero lo suficientemente divertida para justificar su existencia en el momento. El placer, no obstante, resulta increíblemente efímero. Cuando las luces se prenden, la película desaparece poco a poco de la memoria. Difícilmente la veremos en listas de lo mejor o lo peor del año, quedando resignada al limbo de mediocridad.

No hay motivos suficientes para ser demasiado duro con esta película. Juzgada desde el punto de vista del espectador común, aquel que se presenta a una sala para ser entretenido durante hora y media, cumple de manera ajustada con la expectativa. Que nadie busque en ella trascendencia, ni espere el nacimiento de la siguiente gran franquicia. Irónicamente, este séptimo hijo de un séptimo hijo requería mucha más fuerza para sobrevivir en un mercado tan competido.

 

Fernando Valencia

Economista por profesión, cinéfilo y melómano por convicción.

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