Catálogo de Entrevistas

Entrevista: Gorillaz – Murdoc Niccals y Noodle

Era el año 2006. En ese entonces yo tenía diez años y la música no me importaba mucho… más bien no me importaba para nada. Veía mucho cine, leía cómics, me gustaban algunas series de televisión y poco más. Todo cambió cuando me senté frente a la computadora y mi madre me enseñó por primera vez una serie de videos musicales. Nirvana, Metallica, The Cure, La Maldita Vecindad y Fobia. No me emocionaban, pero después vi a cuatro personajes animados, cantando y tocando sus respectivos instrumentos musicales para llamar a un fantasma del otro mundo que los ayudara a pelear contra unos gigantescos gorilas zombies. El título de la canción es ‘Clint Eastwood’ y pertenece al proyecto Gorillaz.

Los personajes, el tono, el estilo de animación, eran similares a las series que veía. Caricaturas norteamericanas que no ocultaban su fascinación por el anime japonés. Las Chicas Superpoderosas, Los Jóvenes Titanes. Historias llenas de un humor retorcido con un ritmo rápido y relaciones interesantes entre sus personajes. Más adolescentes, menos inocentes, de lo que parecían a simple vista.

A esa edad, empezar a seguir la carrera de Gorillaz se transformó en algo mágico. Escuchar e involucrarse con cada álbum se sentía como ver una temporada de alguna de estas caricaturas, pero en la vida real. Ellos tuvieron tres etapas en las cuales esa magia se mantuvo en un estado puro: El homónimo Gorillaz, el apocalíptico Demon Days y el orquestal Plastic Beach.

El interés no era solo por la música, aunque por sí misma era increíble. Eran los personajes, la forma en cómo su historia avanzaba con cada video musical, los videojuegos que desarrollaron a su alrededor, su página 100 por ciento interactiva en la cual podías pasearte por sus estudios de grabación e interactuar con ellos. La banda se sentía viva y tenía una personalidad única. Los músicos se presentaban detrás de mantas o debajo de las sombras. Los visuales, los cuatro miembros animados eran el punto a retratar. Darles vida con animaciones en segunda dimensión, tercera dimensión, hologramas o marionetas, era lo más importante. Gestar la mentira, introducir al público, a los escuchas, de lleno dentro de este teatro.

La Sociedad del Espectáculo. Lo que sus creadores querían era satirizar a la industria de la música, llevar a aquellos productos pre-producidos, con una narrativa planificada y conducida a generar el interés del mayor público posible a su punto más ridículo. Ellos no se transformarían en pop-stars para ello, ya sabían cómo se sentía ser uno. Querían crear a sus propios pop-stars, a unos que pudieran manipular para siempre y gestar las historias más ridículas de su mano. ¿Si todos en la industria musical son caricaturas, por qué no hacerlo más evidente?

2D es la cara de Damon Albarn, el jovencito tierno, aunque bulleable, que estudió una carrera en artes y cuya música pop-rock conectaba a la perfección con las y los jóvenes de principios de siglo. Murdoc Niccals era el bajista hiperviolento que había hecho un trato con el Diablo para hacerse famoso, presumía de su lengua de KISS y amaba el black-metal. Russell Hobbs era el baterista que se hizo en la calle, a imagen y semejanza de un rapero del west-coast, perdió a su amigo en una balacera y ahora carga con su memoria, de forma literal. Noodle era la guitarrista que pidieron por Amazon, una jovencita japonesa que llegó sin poder hablar una sola palabra en inglés y que terminó por cumplir su prospecto, identificándose ahora, como adulta, con una industria madura de la música pop asiática que domina en las listas de éxitos de todo el mundo.

Yo los amaba como si fueran parte de mi persona. Amaba el mundo que habitaban, con sus simios, monstruos, zombies, guerras y demonios. Pasé meses sentado frente a la computadora, descubriendo más y más secretos dentro de su página web, jugando sus pequeños minijuegos y viendo sus videos musicales. Coleccionaba sus imágenes, los dibujos de Jamie Hewlett, en una carpeta especial y cada que era mi cumpleaños o navidad tenía un disco o un video nuevo con folletos, librillos hermosos con docenas de retratos a los cuatro músicos.

No sé si haya sido la edad, pero cuando salió Humanz (2017) yo acababa de cumplir 20 años y toda la magia se perdió. No había página web interactiva, los videos musicales no estaban siquiera ligeramente conectados, no hubo un gran juego de video y a los conciertos salía un Damon Albarn muy feliz, ya medio borracho, como siempre, desde el primer momento, como si se tratara de un concierto tradicional de música rock… aburrido. Los personajes vivían en las redes sociales, pero no hacían mucho más que tener una breve presencia. Perdieron el mundo en el cual trabajaron tan arduamente durante una década.

Gorillaz

Fue una etapa de desilusión. Además, el álbum era una colección de canciones de trap que no sobresalían mucho, distanciándose de aquellos primeros tres trabajos hiper-eclécticos de electrónica experimental a son cubano. Sin embargo, al final de su etapa de promoción anunciaron su primer concierto en México, tras 15 años de abandonar el país, sería el cierre de su gira y debido a esto tuve la posibilidad de hacer a un lado toda esa desilusión y tomar su resolución en mis manos. Había llegado un correo de Warner Music: ¿Quieren mandarle preguntas a los miembros animados de Gorillaz?

Yo estaba en el baño cuando me avisaron, siguiendo el tono adolescente de aquellas primeras tres etapas de la banda. -¿Qué? Pero por supuesto. Yo lo hago, yo, yo, yo, por favor-, le escribí a mi editor del momento, Diovanny Garfias, mientras cagaba. Él me dijo que obviamente yo iba a redactar esas preguntas y me puse a hacerlas tan pronto como limpié mi trasero. Fue la primera ocasión en la que dije -a la verga el trabajo del día a día, esto es muy importante, esto es lo más importante-. No hice nada más por horas, leí y releí la historia de la banda, de los personajes; volví a ver los videos musicales; incluso entré a una página que recuperó la inmersión de la web oficial de la época del Demon Days.

Al finalizar el día, tenía diez preguntas para cada uno de los cuatro personajes. Las mandamos y todos los días era la misma pregunta -¿Ya contestaron de Gorillaz, Diovampi?-. -Aun no guapetón-. -Maldita sea, guapo de guapos-. Fueron meses de espera, pero cuando llegaron las respuestas no podía creerlo. Fue como si me hubieran aceptado y ya formara parte de su mundo animado, de forma oficial. Murdoc Niccals y Noodle habían contestado mis preguntas y con el tono con el cual me enamoraron en mi infancia. Eran ellos, realmente eran ellos y estaban teniendo una conversación conmigo.

Gorillaz

Oscar Adame

Nada en mí es original. Soy el esfuerzo combinado de todo aquel al que he conocido.

Contacto: oscar.adame@poolpmx.com

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