cuentos para niños
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Escribir cuentos para niños, mi objetivo de vida, mi viaje a la madurez #PuertAbierta

Recuerdo mi llamado. Fue hace tres años, en un festival de animación que se llevaba a cabo en Guanajuato. Yo estaba disfrutando de la proyección de una película al aire libre. Estaba en un parque, rodeado por construcciones antiguas; iglesias y comercios dentro de estructuras parecidas a los castillos. La plaza, pequeña, estaba repleta de niños, sentados en sillas de plástico colorido, comiendo papas fritas y palomitas. Acompañados por sus madres y abuelas. Todos estaban viendo Ma vie de Courgette (2016) con la atención que solo poseen los más pequeños por los cuentos para niños.

Es interesante ver a los menores, disfrutando de una película o una serie de televisión. Ellos vierten por completo en el visionado. Contrario a los adultos, se permiten dejar de pensar y de preocuparse por la vida real. Escuchan, simpatizan por completo, en su lugar. Es por ello que la película les arrebataba carcajadas, aunque no fuera divertida para nosotros. A los ojos de un adulto, es todo lo contrario. Una película de animación, sí, aunque madura. Trata sobre un grupo de niños a quienes les fue arrebatada la inocencia. Víctimas de padres irresponsables, alcohólicos o suicidas. Todos terminan en un orfanato, luchando con sus propias emociones y reencontrando su capacidad por amar y confiar en los demás a lo largo del metraje.

Yo la veía, con ojos de adulto. Pero los niños la veían con la inocencia de la que habla la misma película. Exponenciando las emociones, entendiendo el mundo a través de sus personajes y comprendiendo la importancia de ser niño. En eso, un pequeño de poco menos de cinco años de edad se me acercó y me preguntó si quería de sus palomitas. Tomé un puño y empezó a hablarme de lo que estaba disfrutando de ella. Extraño. Su abuela después se acercó y también me hizo la plática. La animación, exquisita. Lo vi, disfrutando, y me sentí pleno.

Siempre he considerado que soy bueno con los niños, pero nunca antes me había sentido tan vacío después de platicar con uno. Habían pasado varios años desde que mis primos maduraron, convirtiéndose en adolescentes. Pasé un largo tiempo sin convivir con uno y no sabía cuánto lo extrañaba. El sentir libre y risueño. Enseñar y ser escuchado, verdaderamente escuchado. Ahí supe que quería escribir para ellos y que me emocionaba la idea de tener una hija.

Desde ese momento, le he dado vueltas en mí cabeza. A la idea de escribir, no de procrear. He pensado, desarrollando la hipótesis de que no hay un trabajo más importante para la raza humana que el escribir caricaturas, cuentos, películas o libros para infantes. Llevar enseñanzas a los inocentes e inocencia a los que dejaron de tenerla desde hace varios años.

Las historias se crearon para educar, sensibilizar y dar apoyo a los demás. Todo lo que sabemos, lo que creemos, nuestras emociones y valores, devienen de los cuentos que nos criaron. Puedes cambiar la forma en como millones ven la vida con ayuda de una narrativa… sobretodo cuando estas personas están empezando a desarrollar su propia visión de vida. Escribir para niños pequeños te da la oportunidad de enseñar a millones y apoyarlos a tener una visión más justa. Yo quiero ayudar a los más sensibles, a los que necesitan de un abrazo constante. Si se hace de forma adecuada, escribir puede convertirse en el oficio más admirable de todos. En la mayor muestra de amor por la vida.

Siempre he estado enamorado de los cuentos de hadas y de las fábulas. Me siento como un niño cuando las leo y me pierdo en sus personajes, perdidos. Ellos, siempre encuentran la forma de arreglar sus almas rotas, haciendo amigos en el proceso y viviendo en un mundo repleto de magia y aventura. Aprendiendo a través de él. Hoy vi Wolfwalkers (2020) y me sentí así, transportado, adorado, acompañado por los personajes de esta hermosa cinta de animación irlandesa. Lloré y recordé lo hermoso que es descubrir algo cuando se es niño.

Necesitamos más historias sinceras. Más cuentos para niños, películas con un alma pura. Inteligentes, sin dejar de ser fantasiosas, porque las verdades más importantes y obscuras solo se pueden transmitir a través de símbolos universales, mismos que están al alcance de todos sin ser directos. Mientras más abstracto y hermoso sea el símbolo, mayor fuerza de impacto tiene. Hace mucho que dejamos de hacer cuentos de hadas, los hemos cambiado por películas del mito de los superhéroes y películas más -realistas- a la Pixar. No me entiendas mal, adoro al estudio de Toy Story y a sus historias, algunas de las cuales son las películas mejor escritas de este siglo, pero omiten la obscuridad interna de las fábulas clásicas.

Escribir cuentos para niños es preparar a millones a enfrentar los horrores de la vida. Les enseña a sensibilizarse, romper con los prejuicios y confiar en los demás. Expande en la belleza del mundo espiritual y de la naturaleza. Pero, también advierte de los obstáculos, externos e internos. Los cuentos clásicos te enseñan a enfrentarte a ti mismo y tomar responsabilidad. Te enseñan a crecer.

No estoy listo para crearlos. Escribir para niños es la mayor de las responsabilidades posibles, tienes que hacerlo con un respeto y sensibilidad especial. Si algo he aprendido de releer y releer lo que he escrito a lo largo de estos años es que mis escritos son un poco enfermizos y violentos. No puedo evitarlo, estoy en una etapa post-adolescente y la ansiedad e incertidumbre me comen todos los días. Siento que estoy desperdiciando mi tiempo y que me pierdo cada segundo, un poco más. Por eso mis historias son sobre personas abandonadas, frustradas. Escritos para adultos. La frustración es inmadurez y los cuentos para niños siempre enseñan a amar. Amar es lo contrario a la inmadurez, es ser libre. Amar es ser niño. Es saber de qué trata la vida. Amar es lo más maduro, por eso los niños lo hacen tan bien. Me prepararé para ello y enseñarlo.

Oscar Adame

Nada en mí es original. Soy el esfuerzo combinado de todo aquel al que he conocido.

Contacto: oscar.adame@poolpmx.com

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