En esta primera adaptación cinematográfica del legendario videojuego World of Warcraft, una horda de orcos amenaza al mundo de los humanos. Con el uso de un misterioso portal y una magia obscura conocida como «la energía vil», estas criaturas buscan conquistar los reinos, reemplazando así su moribunda dimensión.
Un problema al que se enfrentan todas las cintas de fantasía, magia y criaturas es que cada vez resulta más difícil sorprender a la audiencia. Muchas veces sentimos que las cosas ya se han visto. Warcraft no se salva de esta situación, y más de una vez nos provoca flashbacks a otras entradas del género. Sin embargo, hay suficiente espectáculo aquí como para garantizar un buen rato en el cine.
El guión, muy inteligentemente, desarrolla las historias de ambos bandos de forma paralela. Esto permite que conozcamos mejor a todos los personajes y sus diferentes puntos de vista, y vuelve más impactantes las decisiones que llegan a tomar para defender a su gente. El director, Duncan Jones, toma algunas decisiones atrevidas en cuanto a la cantidad de violencia mostrada, otorgando al filme una brutalidad cruda, pocas veces explorada en el cine «familiar».
Travis Fimmel da vida a Anduin Lothar, el protagonista humano. Su actuación es muy similar a la que entrega en la maravillosa serie Vikings, lo que hará que los aficionados de la televisión tengan una cierta dificultad en creer su papel. El reparto es completado por Paula Patton, Dominic Cooper y Ben Schnetzer, que realizan una buena labor, así como un menos inspirado Ben Foster.
Los efectos especiales dependen demasiado de un CGI a medias tintas. En momentos todo luce impresionante, vívido y con texturas maravillosas, y de pronto hay criaturas que directamente parecen sacadas de una cinta animada. Merece una mención especial el correcto uso del 3D, que agrega espectacularidad a las batallas, y hace un poco más creíble la experiencia. Si bien la banda sonora a cargo de Ramin Djawadi es un déjà vu constante, el apartado de sonido brilla por mérito propio.
Mucho se ha hablado de una supuesta dificultad para comprender la trama si no se es fan del videojuego. Si bien es cierto que al inicio puede descolocar un poco, hacia el final del primer acto hemos comprendido todo lo que teníamos que entender para no perdernos en el laberíntico mundo creado por Warcraft. En este sentido, los fans la disfrutarán muchísimo, mientras que los que no saben nada de antemano (entre quienes me incluyo) tienen una buena posibilidad de disfrutarla por el entretenimiento que es.
Aunque al llegar al desenlace la cinta se sienta como una introducción muy extendida a un mundo mucho más amplio, las buenas cantidades de hechizos, criaturas, batallas y violencia harán de Warcraft una delicia para los amantes del género con una menta abierta, mientras que cuenta con suficientes méritos para divertir durante dos horas a los no iniciados. Aunque no pase a la historia, vale la pena verla en una gran pantalla, con un buen sonido.