“Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. Nicolás Avellaneda.
Este año el Museo Nacional de Antropología cumple su 50 aniversario. Han creado varias actividades para conmemorarlo tales como conferencias, la feria del libro en sus instalaciones, etcétera. La gran estructura que había diseñado el gran arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vásquez hace medio siglo se ve opacada debido a su mala organización. El recinto es impactante con analogías al mundo prehispánico mezclado con el mundo contemporáneo y muestra una ambivalencia bien equilibrada. Para un primerizo es fácil poder encontrar la sala donde comienza: La estructura se divide en dos, el primer nivel habla acerca de las culturas prehispánicas, el segundo nos presenta las culturas indígenas y su actual estado. En esa parte son muy formales, y no hablan por ejemplo de cosmogonías o lo tocan muy poco. Provocan en un visitante un síntoma de aburrimiento y de ‘ganas’ de poder conocer más.
Un proyecto que deberían tomar en cuenta es convertir la temática del museo en algo más didáctico, más ambiental donde el visitante se sienta en el ecosistema donde la cultura se asentaba. El identificarse sirve para conocer. Otra situación notable del edificio es que no tienen cuidado con aquellas personas que tocan el arte prehispánico, el cual es sensible a las fotografías y al tacto- ya que algunas tienen más de 1000 años- y la gente ‘piensa’ que se trata de copias de las esculturas o pinturas originales.
El Museo Nacional de Antropología retrata muy bien la realidad de las culturas originales de México: Todos saben que existen, pero nadie les da importancia. Lo ven como un pasado bastante lejano a la sociedad, y que no hay contraste o contexto que se pueda asociar.
Pero no todo es malo: Lo rescatable de la edificación son las frases en las paredes que acercan un poco a los visitantes a la filosofía y poesía prehispánica. Pese a las cosas que deberían tener cuidado el museo está en buenas condiciones, y por algo es uno de los museos más visitados de México. Sea por tarea, obligación, por curiosidad o por simple gusto, la gente se siente atraída a ese pasado que muchos hablan y pocos conocen.